La apropiación cultural en la moda
- Sandra Pineda
- 22 nov 2020
- 4 Min. de lectura
Actualizado: 4 dic 2020
En este nuestro mundo coexisten un sinfín de culturas muy diversas, por lo que es normal que en ocasiones lo usos y costumbres se entremezclen dando lugar a cosas nuevas. La fusión entre culturas ha supuesto la creación del sushi japonés moderno o la gastronomía chino-estadounidense, y ambas han argumentado que reflejan su identidad cultural. Sin embargo, en muchas ocasiones no se trata de una «mezcla», sino a una apropiación que no hace otra cosa que banalizar los signos de identidad de una cultura solo porque están de moda.
La apropiación cultural es la adopción o uso de elementos culturales por parte de miembros de otra cultura. También se conoce como apropiación cultural indebida ya que a menudo se la considerada una violación del derecho de propiedad intelectual contra la cultura de origen. También es inevitable cuando múltiples culturas se juntan, la apropiación cultural puede incluir usar tradiciones, comida, símbolos, tecnología, lengua o canciones.
La apropiación cultural es un término difícil de entender y explicar, pero podríamos interpretarlo como el uso de elementos culturales de un pueblo oprimido, por un pueblo opreso, así como lo dice la lingüista, escritora, traductora y activista mixe, Yásnaya Elena A. Gil:
"… la apropiación cultural indebida se enmarca en dinámicas asimétricas y prácticas coloniales; es más, la apropiación cultural misma es opresora: mientras que la cultura dominante actúa en contra de los que ejercen la cultura oprimida, al mismo tiempo toma de ésta elementos concretos para exotizarlos, extraerlos para su disfrute o, en el peor de los casos, sacar provecho económico. El plagio de elementos de otra cultura es quizás el caso más extremo de apropiación cultural, pues la opresión se traduce en explotación económica y se inserta así dentro de la lógica de explotación capitalista."
La apropiación cultural se encuentra sobre todo en el mundo de la moda, donde cada vez más las voces de minorías se alzan sobre el «genio» de pocos creativos (en su mayoría hombres y mujeres blancos, heterosexuales y provenientes de un país desarrollado) y exponen la falta de respeto con la que trabajan, imponiéndose sobre culturas enteras, robando técnicas y plagiando diseños ancestrales para venderlos en tiendas de fast fashion, no contribuyendo o remunerando económicamente a las comunidades de las que robaron.
Debido a esta práctica en muchas ocasiones, los elementos culturales se pierden o distorsionan y algunas personas ven estos actos como una profanación ya que algunos de estos símbolos de identidad se convierten en clichés, modas o juguetes exóticos por la cultura dominante.
Un ejemplo claro es el hecho de tatuarse símbolos celtas o religiosos sin conocer realmente el significado de los mismos. (Tenemos una entrada dedicada a los tatuajes en la moda y cuales son los más frecuentes).
Existen diversas opiniones al respecto, aunque siempre ha estado rodeado de polémica ya que hay quien considera que es algo nocivo y con lo que hay que acabar pero hay también quien piensa que en realidad es algo que no existe ya que es normal que elementos de diferentes culturas se entremezclen con el contacto. De hecho, la apropiación cultural tiene un gran peso en el desarrollo de las civilizaciones. No obstante, la critica a este tipo de práctica es sobre todo por que se frivolizan los elemento culturales.
Durante muchos años las mujeres africanas o afroamericanas se han visto obligadas a alisarse el pelo, lucir pelucas o extensiones para ajustarse al canon de belleza y no ser marginadas Sin embargo, la gente blanca puede tranquilamente usar rastas o trenzas porque está de moda y no existen reproches al respecto.
Muchos famosos que han sido acusados de apropiación cultural, como Katy Perry por actuar disfrazada de geisha o Kim Kardashian por lucir un peinado de trenzas. Sin embargo, cuando la actriz afroamericana Zendaya acudió a la gala de los Oscar de 2015 con Rastas fue acusada de «oler a pachuli o marihuana»

Pero no solo las personas son las causantes de la apropiación cultural, sino que también las marcas. Por ejemplo, los pendientes nasales hindús que Chanel presentó en uno de sus desfiles de 2012 o Givenchy en la colección de otoño de 2015 se llaman Nath y son utilizados por las mujeres indias el día de su boda. Aunque también por el peinado de esta última colección se encontraron influencias en ella del estilo de las cholas. El pelo afro, los bordados y diseños de algunas comunidades o las trenzas llamadas de boxeador -que en realidad son un peinado tradicional afro llamado cornrows– son algunos ejemplos de estas manifestaciones culturales que han sido utilizadas sin permiso ni reconocimiento por las grandes marcas.
Pero no hace falta ser famoso para ser partícipe de esta apropiación. Hace unos meses la estadounidense Keziah Daum fue señalada por los usuarios de las redes sociales tras vestir un traje tradicional chino en su fiesta de graduación. La adolescente subió a su cuenta de Twitter fotos, y desde el primer momento le llegaron las críticas por el vestuario.

La queja no se reduce a que se utilicen sus estilos y atributos, sino que no se reconozca a las razas o etnias y que esos elementos culturales solo sean atractivos una vez que han sido expropiados. Aunque es un término que en un principio puede parecer vago, lo cierto es que hay que tener respeto sobre los elementos de una cultura ya que el hecho de frivolizarlos puede llegar a ofender a quien sí que pertenece a ella. Así que antes de hacerte un tatuaje, un piercing o comprar algo que pueda tener un carácter simbólico o religioso, hay que pensar si de verdad entendemos lo que hacemos y lo que significa o si simplemente es una moda.

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